El sol estaqueando la calle de tierra
La tierra que está seca y caliente
Y con ese brillo blanquecino
de la siesta en el monte
Siesta en noviembre casi diciembre
Marañas de lianas y arbustos polvorientos,
espinas.
Al costado del sendero,
algún montículo de tierra revuelta
diligentemente
por las patas de algún guanquero
Olor a yuyo
El canto bemol de la montaraz
Langostas verdes chirriando contínuo
Amplificando el calor
Aplastando la mirada
Las escucho por dentro y por fuera
Lo otro es silencio
pero no de ausencias
Sino de quietud en espera