martes, 19 de abril de 2022

Ellos


 Llegaron temprano con sus reposeras, una canasta con el mate y la picada.  También tenían una mantita que compartían sentados al ladito… en esta época se pone frío  cuando cae el sol

Deben haber sido de porai,  y a lo mejor estaban esperando esa función desde tiempo, o no… quizás era solamente el paseo del domingo

Mateando, presenciaron pacientes la prueba de sonido del “conjunto” que tocaba luego, fueron testigos del arribo de los otros lugareños y turistas pascuales a la plaza central, de las payasadas del borracho del pueblo y del perro que le ladraba a las luces.

Se fue juntando gente, algunos se acercaban a la consola de sonido a preguntar "qué va a haber?"


Ya de noche, con una luna llena enorme mirando, comenzó a sonar la orquesta con canciones románticas y la voz del reconocido cantante.

Ellos, discretamente, acomodaron un poco los asientos y se aprestaron a disfrutar del espectáculo

Él, sonriente, ella más seria,  pero lo miraba amorosa… Al principio solo escuchaban, él no dejaba de sonreír y movía el pie al ritmo.  

A medida que transcurrían las canciones, conocidas, escuchadas en la radio una y mil veces, bailadas en algún salón de fiesta, él, ya canturreaba entre dientes y  aplaudía entusiasmado.

Hasta que sonó la primera cumbia.  Se salía de la vaina por bailarla, pero ella, más tímida y seria, no se animaba, miraba para otro lado haciéndose la desentendida.

En la siguiente, él se levantó y le tendió la mano obligándola gentilmente a pararse

Una mano laburante, grandota, ajada, quemada por el sol, no tenía movimientos suaves o livianos.  -Pienso que quizás trabajaría a la intemperie, sin guantes y levantando cosas pesadas o haciendo fuerza, no sé-

Al final ella se paró, escondiendo la sonrisa en el cuello de la campera de su compañero que ahora sí, la tomaba delicadamente entre sus brazos 

y comenzaron a bailar. 

Él marcaba seguro y preciso  el vaivén de los cuerpos al compás tropical y ella se metía ahí, en su pecho, y lo seguía confiada. Arrullada

Las reposeras, la canasta y la manta, quedaron solas. Ellos no se volvieron a sentar hasta que se callaron los aplausos.

Bailaron, pidieron otra y otra más. 

Se encendieron las luces, la gente se saludaba contenta y despeinada de tanto jolgorio.  Todas las edades, todos los estratos, todos olvidados del tiempo y del frío.

Ellos recogieron sus cosas y se fueron, conversaban entre sonrisas,  íntimos 

Un merecido descanso de tanta vida, pensé.



 ( El cantante de la voz romántica, es el compositor de la música de la novela Rosa de Lejos,   y me dijeron que la protagonista era Modista como yo)


viernes, 8 de abril de 2022

Abril

Mañana temprano en La Quebrada.

El aire, del lado de mi derecha,  me llega con olor a río y sonido de caudal sereno.


Estamos en esa época del año en que las sombras cortan filosas de frío y cuando se deshacen,

el sol  cubre con un manto amable y compañero. 

Como abrazándonos los hombros.

 

Los árboles suenan diferentes ahora,

Secas crujen livianas las hojas

como si castañetearan su miedo

antes de caer