Si!
Que arda la leña del árbol caído
Que perdure tan solo lo inexorable
Y que el resto se quede bailando
en el brillo de las llamas
de nuestros ojos.
Salut!
Por el solsticio!
(20 junio '20 )
Para mirar Un espacio para contar brutalidad, salvajismo, lo suave o lo sabio. El amor, lo humano, la vida Poemas, escritos libres, prosas, cuentos. Propios y ajenos
Si!
Que arda la leña del árbol caído
Que perdure tan solo lo inexorable
Y que el resto se quede bailando
en el brillo de las llamas
de nuestros ojos.
Salut!
Por el solsticio!
(20 junio '20 )
Deben haber sido de porai, y a lo mejor estaban esperando esa función desde tiempo, o no… quizás era solamente el paseo del domingo
Mateando, presenciaron pacientes la prueba de sonido del “conjunto” que tocaba luego, fueron testigos del arribo de los otros lugareños y turistas pascuales a la plaza central, de las payasadas del borracho del pueblo y del perro que le ladraba a las luces.
Se fue juntando gente, algunos se acercaban a la consola de sonido a preguntar "qué va a haber?"
Ya de noche, con una luna llena enorme mirando, comenzó a sonar la orquesta con canciones románticas y la voz del reconocido cantante.
Ellos, discretamente, acomodaron un poco los asientos y se aprestaron a disfrutar del espectáculo
Él, sonriente, ella más seria, pero lo miraba amorosa… Al principio solo escuchaban, él no dejaba de sonreír y movía el pie al ritmo.
A medida que transcurrían las canciones, conocidas, escuchadas en la radio una y mil veces, bailadas en algún salón de fiesta, él, ya canturreaba entre dientes y aplaudía entusiasmado.
Hasta que sonó la primera cumbia. Se salía de la vaina por bailarla, pero ella, más tímida y seria, no se animaba, miraba para otro lado haciéndose la desentendida.
En la siguiente, él se levantó y le tendió la mano obligándola gentilmente a pararse
Una mano laburante, grandota, ajada, quemada por el sol, no tenía movimientos suaves o livianos. -Pienso que quizás trabajaría a la intemperie, sin guantes y levantando cosas pesadas o haciendo fuerza, no sé-
Al final ella se paró, escondiendo la sonrisa en el cuello de la campera de su compañero que ahora sí, la tomaba delicadamente entre sus brazos
y comenzaron a bailar.
Él marcaba seguro y preciso el vaivén de los cuerpos al compás tropical y ella se metía ahí, en su pecho, y lo seguía confiada. Arrullada
Las reposeras, la canasta y la manta, quedaron solas. Ellos no se volvieron a sentar hasta que se callaron los aplausos.
Bailaron, pidieron otra y otra más.
Se encendieron las luces, la gente se saludaba contenta y despeinada de tanto jolgorio. Todas las edades, todos los estratos, todos olvidados del tiempo y del frío.
Ellos recogieron sus cosas y se fueron, conversaban entre sonrisas, íntimos
Un merecido descanso de tanta vida, pensé.
( El cantante de la voz romántica, es el compositor de la música de la novela Rosa de Lejos, y me dijeron que la protagonista era Modista como yo)
Mañana temprano en La Quebrada.
El aire, del lado de mi derecha, me llega con olor a río y sonido de caudal sereno.
Estamos en esa época del año en que las sombras cortan filosas de frío y cuando se deshacen,
el sol cubre con un manto amable y compañero.
Como abrazándonos los hombros.
Los árboles suenan diferentes ahora,
Secas crujen livianas las hojas
como si castañetearan su miedo
antes de caer
Mi sangre no coagula rápido, se cierra con dificultad lo que se cierra en mí, no me repongo por completo de ninguna herida, cada lastimadura...