"...La primera vez que me abrazaste, cuando sentí el deseo anhelante e imposible de esconder qué había en ese gesto, tomé conciencia de algo con una claridad escalofriante:
Tomé conciencia de que el cuerpo humano es triste, de que está lleno de zonas cóncavas, suaves y vulnerables, como brazos, axilas, pecho y entrepierna; de que es un cuerpo nacido para abrazar y desear el abrazo de alguien"
Tomé conciencia de que el cuerpo humano es triste, de que está lleno de zonas cóncavas, suaves y vulnerables, como brazos, axilas, pecho y entrepierna; de que es un cuerpo nacido para abrazar y desear el abrazo de alguien"
de La Clase de Griego Han Kang