Mañana temprano en La Quebrada.
El aire, del lado de mi derecha, me llega con olor a río y sonido de caudal sereno.
Estamos en esa época del año en que las sombras cortan filosas de frío y cuando se deshacen,
el sol cubre con un manto amable y compañero.
Como abrazándonos los hombros.
Los árboles suenan diferentes ahora,
Secas crujen livianas las hojas
como si castañetearan su miedo
antes de caer