Estaba por decir algo… pero se dio cuenta de que ya no tenía aliento. Como si hubiese tomado la oración que iba a pronunciar por ambos extremos y la hubiese estirado hasta aplanarla.
Sólo quedó un hilo silente
Euge Léporipara mirar Un espacio para contar de la brutalidad, de lo suave, lo sabio. El amor, lo humano, la vida. Poemas, escritos libres, prosas, cuentos. Propios y ajenos
Estaba por decir algo… pero se dio cuenta de que ya no tenía aliento. Como si hubiese tomado la oración que iba a pronunciar por ambos extremos y la hubiese estirado hasta aplanarla.
Sólo quedó un hilo silente
Euge Lépori
Llegar con frío y darse un largo baño con agua caliente
Manteca de cacao en los labios
Tener sed y tomar un vaso de agua
Estar cansada y permitir reposar el cuerpo
Las sábanas recién cambiadas
Volver a la cama que ya estaba calentita
Escuchar carcajadas de los hijos en la habitación contigua
El mate recién preparado
Ponerse crema en las manos
Ir al piso, rodar, rolar, cansarse sudar bañarse y ponerse ropa limpia
Cáscara de mandarina sobre la salamandra
Terminar un trabajo grande
Ponerme perfume en el pecho y sentirlo emanar en cada giro
Un trozo grande de chocolate
Amasar su espalda
Que me abrace
Encontrar esa canción
Esa foto
Suspirar
Encender el fuego por la noche y luego escuchar el sonido del tinto llenando la copa
«Los Cronopios necesitan caricias, besos y abrazos. Cómo son tan olvidadizos, necesitan que se les recuerde constantemente que son amados, que se lo digan, que se lo demuestren. El amor sin cariño y afecto no tiene sentido para los Cronopios, son unos consentidos por naturaleza; pero también les encanta consentir, acariciar, demostrarle al otro con palabras, miradas, caricias y actos, cuánto lo ama y cuánto importa para él.
El Cronopio no se enamora de profesiones, de éxitos, de quehaceres, de la inteligencia o del atractivo físico, se enamora porque sí, sin razón, no hay más motivo o excusa que el amor, que los sentimientos y sensaciones que esa otra alma le despierta. Más bien, al Cronopio, lo deslumbran las almas. No lo enamora la inteligencia, pero sí alguien que piense y lo haga pensar.
Lo enamoran las buenas conversaciones porque, el Cronopio, cree firmemente que con las palabras y también con lo que no se dice, se entregan pedacitos del alma».
Julio Cortázar
“…Mi mujer, mi Mary, se queda dormida con la misma facilidad con que se cierra la puerta de un ropero. La he observado tantas veces, con envidia. Su hermoso cuerpo se agita un momento, cómo si estuviera acomodándose dentro de un capullo. Suspira una sola vez, y antes de terminar de suspirar, ya sus ojos se han cerrado y los labios, tranquilos, se entreabren en la sonrisa sabia y remota de los antiguos dioses griegos. Sonríe toda la noche mientras duerme Y ronronea: no ronca; ronronea, como un gatito. Por un instante la temperatura de su cuerpo sube de tal modo que yo, acostado junto a ella siento el resplandor. Después desciende otra vez y ella ya no está. No sé adonde va. Dice que no sueña. Claro que no es cierto. Lo que sucede es que sus sueños no la molestan o la molestan tanto que los olvida antes de despertar. Le gusta dormir y el sueño siempre la recibe de buen grado. Ojalá me sucediera lo mismo. Yo trato de no dormirme, y al mismo tiempo ansío no hacerlo.
He pensado que tal vez la diferencia estribe en que mi Mary sabe que ella seguirá viviendo siempre, que pasará de esta vida a la otra con tanta facilidad como pasa del sueño a la vigilia. Lo sabe con todo su cuerpo, en forma tan completa que ni siquiera piensa en eso, como tampoco piensa en respirar. Así es que dispone de tiempo para dormir, para descansar, para dejar de existir por un rato… “
Pedacitos de ternura a los que vuelvo de vez en cuando
Granate por granada?
Granos porque son de una granada?
Granada por granate?